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Hoy, continuamos aquí, también por este medio, virtual, compartiendo nuestro recorrer en un discurso, el del psicoanálisis, discurso que nos ha tomado por su cuenta y hecho de nosotros, lo que hoy vamos siendo....

Humanos comprometidos con la vida, con lo humano, con las letras que nos acompañan y los sentidos que extraemos de ese saber oculto aunque presente, siempre, en todos: lo inconsciente.


Estos términos dicen en griego y en español, lo mismo, aquel álito de vida del que nuestra tarea se ocupa en proteger.

de ustedes,
Fernando Calle
Psicoanalista

2011/03/30

Los jóvenes en estado de Desplazamiento en Colombia


Los jóvenes en estado de Desplazamiento en Colombia

Por Fernando Calle valencia
Psicoanalista


El sujeto en estado de desplazamiento forzado se ve sometido a una situación de duelo, pues este estado no solo lo tiene que enfrentar quien pierde a un ser querido. Freud propone que el estado de duelo lo enfrenta también quien ha perdido la patria y sus ideales. Dentro del concepto de patria cabe también el de territorio, nación o ciudad.

Los jóvenes, en especial adolescentes en estado de desplazamiento forzado, se hacen más vulnerables, en tanto se ven enfrentados a un duelo más que se suma a los ya inherentes a su condición y edad: la perdida de la condición psicológica de niño/a, la pérdida de un cuerpo infantil y por supuesto la pérdida de la identidad de sujeto dependiente.

Y, qué decir cuando la situación del adolescente esta en plena efervescencia de la elaboración de aquellos duelos, los que según ArmindaAberastury tienen que asumir tres duelos fundamentales: 1) el duelo por el cuerpo infantil; 2) por la identidad y el rol infantil, 3)por los padres de la infancia. Lo que nos permite entender que además del los duelos por la pérdida del territorio, el rol del  medio social originario y muchas veces, el o los parientes o algún otro ser querido que por la misma violencia hayan perdido, se le suma esos duelos fundamentales. Entonces, ¿si no se han siquiera elaborado duelos fundamentales cómo tener la fortaleza para enfrentar los nuevos duelos?

Se juega, por otro lado, en todo desplazamiento forzado una situación muy similar a la que se presenta en el duelo por desaparición, en el sentido que en este último caso se sigue acariciando la esperanza de que el desaparecido puede aparecer en cualquier momento, y se cultiva la expectativa de verle vivo una vez mas o al menos de tener noticias que nos confirmen su supervivencia, lo que conduce a una cierta imposibilidad de elaboración del duelo, pues el dolor de su pérdida no aparece sino el dolor de la incertidumbre, de lo que podrá haber pasado con el mismo: si se le declara muerto no hay evidencias de que realmente haya fenecido, si se le declara vivo, todo apunta a que no se le tiene y tampoco hay indicios de que pueda regresar y algo activa la esperanza. En el caso del desplazado no hay tanta certeza de recuperar el territorio o el lugar perdido, sin embargo la esperanza de recuperarlo se aviva en la medida que crece el aferramiento y el deseo de recuperar las posiciones y condiciones que se facilitaban en aquel entorno. Porque perder el territorio o lugar de residencia no es solo eso, es todo lo que implica cambiar la mayoría de veces, como es el caso de cambio de oficio, de contexto social, de estatus o posición socioeconómica, de medidas adaptativas, pues las viejas no funcionan en un nuevo contexto, o pueden funcionar, pero requieren adaptaciones, reajustes. Lo que también nos habla de una situación de inestabilidad emocional debida a las condiciones de irresolución de sus circunstancias, la que se prolonga hasta desatar estados de ansiedad y angustia que rayan en el desespero y la rabia en medio de la impotencia.

La vulnerabilidad y riesgo psicológico para el joven y la joven en estado de desplazamiento forzado es variable y depende de tres factores psíquicos esenciales:

-              La elaboración de los duelos fundamentales, es decir, los duelos del vientre, del pecho y en general de las perdidas tempranas, pues de no estar suficientemente elaborados operan como traumas psíquicos que adquieren efectos regresivos sobre la vida psíquica, donde la situación actual retrotrae a la anterior, revive, por ejemplo, el haberse sentido expulsado del vientre y con ello la pelea intra-psiquica que originó el resentimiento contra la madre: “desterrados hijos de Eva, gimiendo y llorando en este valle de lagrimas” reza la oración católica, si se trata del paraíso perdido, todos fuimos alguna vez “expulsados”. Pero como y cuanto anhelamos volver a el es lo decisivo. Uno puede sustituir con relación a la tierra la relación con la madre perdida de la infancia, -pacha mamá le decían nuestros ancestros muiscas- y así darle continuidad a la relación con aquella. Con esto último estamos diciendo también que cada uno puede encontrar unos sustitutos de los objetos perdidos fundamentales y sosegarse con ellos, pero una vez los pierde se reanuda el duelo y se abre de nuevo la herida de la falta, todo lo que pudo haber sido taponado por el hallazgo del objeto sustituto, vuelve como “alma en pena”. De otro lado, el desprendimiento o no de los objetos también depende de la viscosidad o la plasticidad de la libido, esto es, que tanto se fija la energía psíquica y que tanto y con que facilidad abandona sus formas alcanzadas de satisfacción, así como los objetos que han facilitado, o a través de los cuales se han obtenido las posibles satisfacciones.  
     
-              El arraigo emocional, esto es, que tan identificado hemos estado con los objetos amorosos, cómo y en que medida acepto a mi familia, porque cuando uno se cree hijo de una mejor familia, cree tener derecho a agredir a la propia y aun a exterminarla y entonces se une a los grupos de opresión y de exterminio para cobrar en otros lo que cree le ha hecho a uno la familia, para cobrarle a la sociedad los desafueros de que uno se sintió objeto en la familia originaria. Pero también qué tan identificado genuinamente estoy con mi cuerpo, mi pueblo de origen, mi terruño, porque alguien que no ha visto nada positivo en los suyos, en los sitios donde nació y creció, donde quiera que vaya no encontrara sosiego a su anhelo de retorno, no estará cómodo en ningún lado. Con esto estamos proponiendo que la fortaleza emocional para enfrentar las perdidas y elaborar los duelos depende de cómo hallamos asimilado, interiorizado los objetos tempranos.  

-              Que tanto huye uno de sí mismo, esto es, qué tanto tiene que defenderse de la verdad que brota como lo mas genuino del deseo individual, para entonces acogerse a una institución que nos diga qué camino coger, que aunque solo sea demagógica ofrezca una verdad vicaria, aunque sea vana, sobre si mismo, para no tener que pensarse y hacerse responsable de los rumbos del destino propio. El joven en condiciones socioeconómicas precarias aquí, tiene un talón de Aquiles, pues necesita darle rumbo a la vida en un medio como el nuestro que le ofrece desempleo, miseria económica, segregación social, bala o garrote a su inconformismo y además lo señala como “peligroso”. Es decir, un medio que pone sobre sus hombros todo el peso “persecutorio” del sistema de injusticia e inequidad, lo que crea las condiciones, para que (quien huye de si mismo) se acoja a cualquier propuesta que le ponga en sus manos alguna cuota, así sea mínima de poder, pues “hay que defenderse”. En este ultimo sentido hacer parte del conflicto puede ser más promisorio y garante al menos de escapar a quedar librado  a cualquier peligro interno (en tanto el mundo interno se constituye allí en un peligro terrorífico)  o externo.

Lo que hacemos aquí es presentar algunos hechos de la vida psíquica que nos resultan relevantes a la hora de abordar esta problemática social. Así como se dan estos tipos de tendencias en cada uno de los y las jóvenes en situación o no de desplazamiento forzado, se pueden combinar u operar aleatoriamente con mayor fuerza la una sobre la otra para producir unos efectos determinados, los que resultan variables en y para cada caso. Así como las condiciones internas, esto es, estructurales empujan a muchos a actuar, a otros les avienta por la cuesta bajo del sufrimiento psíquico, el mismo que estará dado por los duelos fundamentales elaborados o no, la sensación de desarraigo interior, la huida de si mismo . Con esto estamos diciendo que es notoria la variabilidad de actitudes o posiciones que el sujeto asuma frente a una realidad, en especial del orden adverso, posiciones que varían de individuo a individuo y aun dentro del mismo, posiciones que tienen que ver con las tendencias estructurales, las que son del orden inconsciente. Así, en el abordaje de las poblaciones desplazadas, hemos encontrado tres tendencias que se dan en los diferentes grupos etareos, esto es, que se presentan indiferente de la edad:

a)            La posición reparadora, dada por diversos elementos, en especial, el intento por reconstruir en el nuevo medio geográfico y social los elementos perdidos: integrarse a los grupos del medio si hay una posición interna socializada, situarse cerca de un rio o una corriente de agua si se procede de zonas con gran riqueza hídrica, derivando en producciones artísticas representaciones del mundo perdido, rescatando tradiciones y costumbres del pueblo o la región perdida.

b)           La posición resignada de quien sabe que ha perdido algo importante para su vida y su identidad y espera recobrarlo algún día, pero sin dejar de responder a las exigencias de la nueva realidad. Aquí el sujeto se ubica en la posición de quien “sufre con paciencia” guardando la esperanza de que las cosas puedan mejorar.  

c)            El estado de duelo que puede ser un estado permanente o predominante de depresión, donde el dolor de la pérdida es tan fuerte que no parece dejar espacios para otras cosas, se absorbe la energía psíquica disponible. Como lo propone Freud en Duelo y Melancolía, hay una pérdida del interés por el mundo exterior, pues la elaboración de la perdida  exige la energía disponible, se pierde la capacidad de amar, un estado afectivo profundamente doloroso, la inhibición de todas las funciones y en muchos casos toma el carácter melancólico, pues se agrega a lo anterior una disminución notoria del amor propio, lo cual se deriva en auto reproches, desprecio por si mismo y hasta un deseo potente de morirse. Pero ¿qué decir de quienes entran en crisis somáticas, esto es, desatan enfermedades crónicas, salen de una enfermedad para entrar en otra?     

Con todo ello estamos diciendo que así como hay quienes se adaptan con facilidad a los cambios que implica un desplazamiento forzado y todas sus implicaciones hay quienes requieren, como mínimo, una asistencia psicológica y que la sociedad requiere implementar mecanismos de protección y promoción de las condiciones que facilitan la estabilidad emocional, de prevención del deterioro ya de por si en avance en que se encuentra este tipo de población, de atención terapéutica para quienes ya están en crisis, están entrando en ella o quieran anticiparse a las que pudieran desatarse, pues es de todos sabido que es una población en riesgo psíquico y somático, en tanto es mas proclive a desatar estados de angustia y desespero, de reacciones somáticas como forma de expresión de las angustias psíquicas; en situación de riesgo social en tanto puede ser más susceptible de ser cooptado por grupos al margen de la ley o dentro de la ley, a tomar medidas de choque no pensadas que pueden terminar en tragedia, mucho mas los y las adolescentes, quienes tienden a actuar y no a pensar para actuar, pues lo que predomina es la huida de la realidad objetiva a través del la fantasía, el refugio en el mundo interno o la huida hacia la realidad concreta, como lo señalábamos arriba.

En cuanto a la prevención, es trabajar por difundir entre dicha población el postulado de cómo sin darse cuenta tienen en su mundo interior fuerzas que actúan en su contra, de sus aspiraciones, propósitos e ideales. Que mucho de lo que enfrentan como ansiedad, desespero, angustia, enfermedades somáticas, entre otras, son expresiones de conflictos ya instalados en el mundo interno que se han visto exacerbados por las circunstancias externas.

En cuanto a la protección y la promoción se requiere la implementación de espacios terapéuticos grupales e individuales que permitan, en primer lugar, expresar el malestar, en segundo descifrar y analizar los móviles inconscientes que sostienen y promueven dicho malestar, en tercer lugar elaborar los traumas y demás aspectos que se movilicen en el proceso de intervención. En cuarto lugar, desactivar, en lo posible, aspectos psicopatológicos instaurados o que se fuesen a despertar posteriormente. Esto es de igual manera valido para la intervención, pues promover es llevar a mayores niveles, en este caso de la salud psíquica, aunque se puede proteger y promover también desde otros ángulos como la mayor inclusión social, las artes, la educación, entre otros.      


Referencias bibliográficas:

FREUD, Sigmund. (1984)  Duelo y Melancolía en obras completas. Barcelona: bilioteca nueva.
ROSENTAL,  Gela ; KNOBEL,  Mauricio (1993)   El Pensamiento En El Adolescente Y En El Adolecente Psicopático buenos aires: paidos. 
YAMPEY, Nasim.(1981) Psicoanálisis y Cultura. Buenos aires: Paidós.
ZULUAGA, Beatriz. et, al (2000) La desaparición su lógica y sus consecuencias. Medellín: Asociación de Foros del campo Lacaniano.