desplazados
Hay en la plaza de este pueblo un triste cordero
que arrastran policías y ladrones al zanjal del matadero
o de algún vertedero donde pierda su nombre y su apostura,
así le arrancan su pitanza y el escaso pegujal de su labranza,
dan a los otros escarmiento provocando la estampida,
mientras la vida se agolpa en las aceras,
crece en las ciudades los cordones de miseria:
su mano aguerrida se vuelve limosnera
o escasa jornalera de alguna factoría,
vendedora errante de populares mercancías.
Se ve obligado a cambiar su barbecho por el asfaltado trecho
que transita día a día en busca del sustento,
mientras un techo de plástico u hojalata guarece su lebrel y su familia.
Anhela regresar a su parcela donde aun pudiera cosechar la sementera
y engañar al hambre con agua de panela
y acompañar su soledad y su miseria en la charla animada del vecino,
en el solidario compartir de los cercanos,
pues le golpea el corazón la terrible indiferencia
y teme acudir a los galpones del gobierno
por el oscuro proceder de los funcionarios
que buscando otros honorarios se venden y malversan los públicos erarios.
Medellín, Colombia,
marzo 2010
Fernando CALLE.
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